martes, 3 de julio de 2007

El descanso

La jornada laboral, ocuparse de la familia, quedar con los amigos, hacer ejercicio, y todas y cada una de las obligaciones diarias, hacen que las 24 horas del día se nos queden escasas. Pero si hay algo en lo que no hay que escatimar es en el tiempo dedicado al descanso, ya que dormir bien es condición indiscutible de una vida saludable.

Los trastornos del sueño son tan antiguos como la humanidad misma. La torturante imposibilidad de dormir afecta a seres humanos de todas las edades y condiciones. La forma de vida actual, con sus prisas, su ritmo trepidante y sus exigencias, hace que cada vez sea mayor el número de personas que los sufren. De hecho, ¿quién no se ha pasado una noche dando vueltas en la cama porque alguna de las constantes preocupaciones de la vida cotidiana no le dejaba conciliar el sueño? El insomnio es uno de los problemas de sueño más comunes que existe. Según diversos estudios, en el transcurso de un año, hasta un 30% de la población lo sufre, siendo más frecuente en mujeres y adultos, y apareciendo sólo de forma esporádica en edades más tempranas.

¿Cuánto hay que dormir?
No existe un número fijo de horas. Dependerá de lo que cada persona necesite para encontrarse al día siguiente perfectamente descansado. Evidentemente hay que evaluar la cantidad de esfuerzo físico y mental que se lleve a cabo durante el día. De hecho, la mayoría de los médicos aconsejan realizar ejercicio físico, antes de recetar fármacos.

Además, el número el tiempo de sueño necesario varía según la edad que tengamos. Si un bebé duerme una media de 20 horas, al cumplir un año esa cantidad se reduce a 14 horas diarias, cifra que va disminuyendo paulatinamente hasta los 25 años, cuando se estima que ocho horas son necesarias para descansar nuestro organismo de la agitada vida diaria. A partir de esta edad se mantiene, y no es hasta la senectud cuando, por una menor actividad física, el número de horas se puede situar entre seis o siete horas.

Existen otros factores que influyen en la duración del sueño, como la temperatura ambiente. La época del año es un factor determinante, pues a todos nos cuesta levantarnos más en invierno y en verano sentimos que no necesitamos dormir tanto. Cómo comamos y cuándo lo hagamos, también tiene mucho que ver. Para descansar bien, lo mejor es una cena ligera. Además, está comprobado que la mujer necesita dormir más tiempo al tener un sueño más superficial.

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